Todo llega cuando nada se espera. La ilusión de un inicio, la locura de un amor, la serenidad de los trabajos que se eligen, hasta el mareante pero necesario vértigo por todo aquello que nos hace vibrar, quizá porque no conocemos su desenlace. La edad llega se espere o no, la miremos de frente o escondamos la vista para no gritar que son 45 ya.
Hoy, 21 de julio, cumplo años con la cabeza llena de sensaciones y el corazón galopando, como el de aquel niño que llegaba tarde al colegio y subía los escalones de tres en tres, alguna costra en las rodillas, los mofletes encendidos, y la vida esperándole. Hay recuerdos que golpean las paredes del alma pero que me siguen haciendo sonreír. Porque llorar con el tiempo es seguir recordando y eso, siempre, hace sonreír. Nada duele más que dejar de recordar lo que has querido.
Hoy cumplo años con gente que sigue estando dentro de mí, estén o no sobre este camino tangible que pisamos cuando vivimos. Los cumplo con los que siempre están y conforman lo que eres. Los cumplo también con otros que están aunque no les pueda ver con el simple gesto de cruzar una calle bajo la lluvia para encontrar refugio en sus portales amables y en sus abrazos, porque están lejos, porque vivimos deprisa… Quién tuviese las llaves del tiempo para pararlo o hacerlo correr cuando lo deseamos. Y los cumplo con los nuevos, esos que llegan de repente, sin avisar, por el puro destino de la vida, y a veces se instalan para siempre, otras te roban mordiscos de corazón para que no dejes de quererles de aquí en adelante.
Hoy cumplo años feliz. Moderadamente feliz. Trabajando, queriendo, amando, extrañando, llorando, riendo… Viviendo! No quiero ser Dorian Gray, quiero seguir cumpliendo y viviendo.
Me he peinado como a los 9 años. He recordado a mi madre haciéndome la raya con colonia, detrás de mí, en un espejo que nunca se apaga. Hoy quiero seguir pintando en ese espejo todo lo que no deseo olvidar nunca.
Mi amigo Pablo me hizo ayer esta foto casual, sin más atrezzo que un polo con color de amor de verano, como la barba de mi Justin, y una pared donde el tiempo ha rubricado su paso. Así me siento yo también. Un poco más mayor pero con el alma con color de amor de verano.
PD. Hoy cumplo años y estoy feliz porque vosotros estáis.